09 marzo 2008

Anubis, El Justo.

A veces, como salidos de un sueño, vemos, sentimos, tocamos, olemos, escuchamos y amamos, como si fuera la primera vez.....
Es un viaje a un nuevo espacio que queda presente en la eterna memoria como guía, como faro, como señal que ilumina todo acontecer en la encrucijada ilusoria de los tiempos. Como este viaje al interior de la Pirámide de Kefrén.

Una mañana, muy temprano, fuimos mi pareja y yo a Giza a conocer las míticas pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos.
En la gran explanada había muy poca gente y sobre un lado, algunos micros turísticos. Como contábamos con solo 2 horas y media nos dirigimos directamente a la Gran Pirámide. Llevaba conmigo la esperanza de meditar sobre mi vida en el centro mismo de aquella pira como si, tal vez, tuviera el poder de encender una chispa en mi interior.

- dos entradas por favor.
- lo lamento señora, no tenemos mas entradas hasta las 3 de la tarde. Están todas vendidas.
- pero, por favor...
- lo siento, vuelva a las 3 de la tarde.

Recomponiéndome recorrimos ese espacio abierto intentando captar algún eco del mensaje de aquellos seres...qué extraordinaria experiencia fue la fuerza que motorizó semejante obra?

- entremos en la Pirámide media !
- claro, si todavía tenemos tiempo !

- dos entradas por favor.
- si señora.

En la cámara habría alrededor de unos 15 turistas. Sería díficil recostarme a meditar con tanta gente alrededor...pero estaba dentro...y poco a poco, sin darnos cuenta, todos se habían ido y nos habíamos quedamos solos.

- es el momento!
- yo me quedo cuidando la entrada y te aviso si viene alguien.
- no, cuido yo y te aviso si viene alguien.
- no, andá vos, despues voy yo.
- bueno, voy .

Y así fue cómo me recosté en el sarcófago milenario .
Mis primeras intenciones quedaron atrás.
En el mismo instante que cierro los ojos, otros se abrieron y reconocí al antiguo Inpu, a Anubis, "El que cuenta los corazones" aunque nunca antes, jamás, lo había visto. Su mirada, transparente y cálida, abrió mi ser.

Él me habló de mis inquietudes mas profundas y dijo así:

- No esperes el día de tu muerte para "pesar tu corazón". Ve a dormir cada noche con el corazón liviano. No esperes el día de tu muerte para "pesar tu corazón".
- qué puedo hacer con el sobrepeso de mi corazón? con esta carga que llevo? le dije en silencio.
- Yo la tomaré. De esta fuerza me alimento para digerirla y transformarla en una fuerza positiva.

Y se la dí. Entonces él recibió de mi corazón su peso con infinita bondad y protección. El comió esta fuerza. Él, el juez justo, se nutría de esta fuerza a medida que se transformaba luminosamente. Yo seguía ahí, pero ya no era la misma.

Cuando salimos del recinto sagrado a la explanada abierta todavía teníamos una media hora y nos aventuramos a intentar, nuevamente, entrar en la Gran Pirámide.

- dos entradas por favor.
- si señora.

y allí, en el corazón de Keops, en absoluto silencio, agradecí.

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