12 marzo 2008

Experiencia Ceremonia Muerte

Hoy fue un dia muy especial, Diego se fue a otros espacios.

Diego es el hermano de Clara, una amiga que conocí hace 8 años. Ella apareció en esos momentos justos en que necesitas una gran mano y llegó para alcanzármela.
Desde entonces nuestras vidas recorrieron miles de paisajes diferentes para encontrarnos siempre en cada recodo. Celebramos nacimientos, encuentros y también despedidas. Como hoy, en el homenaje a Diego.

Nos conocimos en casa de Clara, él siempre muy discreto y amable. Desde hace un par de meses se enfermó y sus hermanas se turnaban para cuidarlo en la clínica. No sabíamos nada de la enfermedad hasta su internación aunque la llevaba hace muchos años. Al principio estaba decepcionado porque sus amigos no iban a verlo como él esperaba, pero también estaba mas cerca que nunca de sus hermanas y sus hermanas de él. Al poco tiempo estaba como inconciente, su estado físico era muy delicado y aunque su cuerpo se iba deteriorando, algo en él fue mejorando.

Comenzamos haciendo la ceremonia de Bienestar y la tomaron como experiencia cotidiana conjuntamente con la lectura de otras partes del Libro o del Camino. Pedíamos siempre en voz alta con fuerza que estuviera muy tranquilo, en plena paz y que supiera que nunca iba a estar solo donde fuera que esté.

Como Diego era musulmán desde hacía 17 años, vieron que podría darle mucho gusto tambien que le leyeran partes del Corán. Entonces tomaron contacto con la mezquita a la que iba y consiguieron el libro.

Hace varios dias, ademas de las ceremonias diarias de Clara y Dory, comencé a acercarme a Diego y muy suavemente sugerirle "Puedes, en poco tiempo, recordar mucho de lo mejor que hay en tí. Recuerda entonces, pero sin sobresalto y purifica tu memoria". Sólo eso.

Este mediodía recibí el llamado de que Diego se había ido y ya comenzaba su viaje a la luz, al más hermoso lugar.

En ese preciso momento estaba con él su hermana Dory que acompañó amorosamente este tránsito con la ceremonia de Asistencia, lecturas de El Camino y del Coran. Me dijo que sintió en el momento "un alivio muy grande" y que al contrario de lo que temía que pasase, no lloró porque no había porqué llorar. Que había sido "un suave suspiro" e hizo lo mejor por su hermano.

Se arregló todo para hacer la ceremonia musulmana en el Centro Islámico de Argentina y para allá fuimos. No se cómo, en algún momento de las preparaciones, Dory me dió el Corán, así que cuando entré al Centro Islamico lo llevaba en mis manos. Sentí que todos los presentes, las mayoria hombres con sus túnicas habituales, lo notaron de inmediato. Pero tambien sentí sus miradas extrañadas y de refilón por mi vestimenta tan inapropiada para la ocasión: roja, estrecha, diminuta. Ahí busqué en mi cartera y me dí cuenta que no tenía El Libro!

Era lo mejor que podía hacer. ¿Cómo no hacer la Ceremonia?
-Oh Guía, ayudame, para que pueda dar lo mejor.

No sabía cómo sería la cosa, la organización, los pasos a seguir, el tiempo, pero decidí escabullirme hasta un cyber e imprimir la ceremonia de muerte. Salir del edificio era un problema porque la puerta se abre desde dentro pero no desde fuera y no había nadie para que me abriera porque estaban en el tercer piso rezando. Confié que algo pasaría y salí.

- Oh Guía, ayudame, para que pueda dar lo mejor.

Encontré un cyber y cuando volví justo pasaba Clara que iba al baño y me vió a traves de un vidrio. Llegué con tiempo suficiente como para esperar que terminaran los rezos habituales de esa hora del dia.

Después de una semana fría el sol había salido con fuerza. El patio estaba luminoso y tibio, al costado había un jardín floreciente de primavera. Iban llegando más personas. Despues del rezo, camino al patio, hubo un tiempo para charlar y conocernos unos y otros. En esa oportunidad le pregunto al Sheikh a cargo, en árabe, si podría decir unas palabras en la ceremonia y aceptó. Habían peregrinos musulmanes que sólo hablan árabe, el Sheikh de la mezquita de Palermo, el de la de Alberti, personajes del Centro Islámico, amigos musulmanes y nosotros, familiares y amigos, una minoría no musulmana.
-Oh Guía, ayudame, para que pueda dar lo mejor.

A un lado del patio estaba el cajón y nosotros de frente. Nos pidieron organizarnos en tres filas, en semi círculo, los hombres adelante, a las mujeres nos ubicaron atrás. Habitualmente las mujeres en el islam no comparten con los hombres el mismo espacio para el Salat (la oración) y entre otras costumbres, no pueden llegar a ser Imanes (los que dan la oración).
Un Sheikh con su vestido y toca blanca dijo unas palabras que un traductor nos explicaba. Dijo, según sus creencias, que ése era el final de todos hasta el día del juicio final que sería el mismo día para todos. Nos alentó a pedir por Diego y explicó que harían un rezo. Uno de ellos recordó al oficiante que una mujer tenía permiso del Sheikh para decir unas palabras. Un hombre desde las filas balbuceó algo de que podía hacerlo luego, en el cementerio, pero el traductor salió a responderle que tenía permiso del Sheikh y me fue a buscar atras para llevarme adelante.

-Oh Guía, guiame, para que pueda dar lo mejor.

Pasé al frente de esos hombres que no sabían para dónde mirar, con nuestra ceremonia en una hojita abierta sobre el Corán.

Comprendí lo especial de este momento y algo que antes no había visto. Creía que la ceremonia de Muerte era para los que quedábamos aquí, pero ahí supe que era mucho mas que eso. Que su influencia iba mucho más allá, el alivio abría camino a una esperanza que llegaba hasta Diego.

Con todo el tiempo del mundo, altas y claras, las palabras iban brotando desde muy adentro de mí, guiadas, desde lo mejor. Cobraban vuelo por sí mismas, y a medida que seguíamos el texto más y más alto volaban. Envueltos en una caricia reconfortante, sentía que algo muy bueno se estaba abriendo paso. El semblante de Clara iba cambiando, relajándose, hasta con una sonrisa y Dory afirmaba con la cabeza. Un hombre traducía para los Sheikh que escuchaban atentos, en silencio.
Al terminar inmediatamente Clara me abrazó como nunca antes y me dijo un Gracias taaaan profundo...
La buena Dory brillaba y me abrazó y una amiga que no conocía, Claudia, me buscó y me dijo muy emocionada: Que bueno! muchas gracias por tus palabras. De dónde sacaste esto tan hermoso? Es para vos, le dije. Es El Mensaje de Silo. Y le regalé la ceremonia.
Y se hizo el rezo musulmán que habían comentado antes.
Después del rezo uno de los traductores me dijo que esto ayudaba mucho y les agradecí profundamente por la oportunidad que nos habían dado.

Nos fuimos al cementerio musulmán donde todo continuó en un ambiente calmo y suave. En el camino Dory y Clara me regalaron el corán que habían usado con Diego esos últimos días aquí a pesar de haberlo querido conservar. Lo recibí con el alma.

Siempre sentí a Diego como alguien muy especial aunque no sabía hasta hoy qué nos unía en el camino.
A veces los caminos se unen en un instante de una forma indecible..........
O será, tal vez, que nunca fueron más de uno y un día la mirada lo abarca en toda su extensión?

Amigos, sería muy bueno que tengamos presente a Diego para alentar su luminoso ascenso.

Con un fuerte abrazo,

Fabiana

Sábado 17 de noviembre.

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